Concurso de vivienda para jóvenes en
Córdoba en donde debía trabajarse sobre la vivienda flexible, sostenible,
inteligente y accesible. Es decir, sobre una vivienda que integrara las nuevas
tecnologías, que contase con la máxima rentabilidad del espacio, una eficiencia
energética y que tomase en consideración a la totalidad de los individuos que
la componen.
Todo ello destinado a personas
jóvenes, en su mayoría artistas, y tenía
que tener una cierta vinculación al museo de Nieto y Sobejano.
La primera reflexión que me gustaría
hacer es una crítica a la enseñanza de la arquitectura y a la dedicación de
nuestro tiempo en la facultad.
Consideramos que pasamos la mayoría de
nuestro tiempo trabajando sobre encargos destinados a una minoría. Todos pretendemos la construcción de la casa
soñada, del museo de nuestro pueblo, o de no se qué centro de interpretación de
no se qué cuestión.
Estudiamos arquitectura para
arquitectos, muchos de nosotros aun en cuarto no hemos trabajado sobre la
vivienda colectiva pero si hemos proyectado casas para una bestia, para un
poeta y tres gatos o para un escultor atormentado. Parece ser que tenemos la
necesidad del llevar la metáfora al extremo y olvidándonos la mayor parte de
las veces de problemas reales de la sociedad y en las que el arquitecto tiene
mucho que decir.
Volvemos la cara a la sociedad y pocos
son los que se preocupan por nuevas formas de vida, nuevas formas de habitar,
por si estamos o no resolviendo los problemas que el arquitecto debe trabajar y
si la arquitectura debe encaminarse a la solución de problemas tan básicos para
la ciudadanía como la vivienda. Vivienda entendida no como un lujo si no como
una necesidad. Y vivienda no como algo inamovible si no como algo cambiante,
flexible y donde sea cada persona la que en función de sus obligaciones,
impulsos u otras cuestiones quién la configure. Está claro que debemos
investigar, y no dar nada por cierto. ¿Acaso soluciona algo la vivienda
protegida?
Tal vez la mayoría no podamos acceder
a la vivienda en propiedad y este es un aspecto que lejos de preocuparnos
debería estimularnos para investigar e intentar llegar a formas más flexibles
de vida, más cambiantes, que evolucionen como evolucionan las personas, sus
gustos y sus necesidades. Deberíamos plantearnos si la hipoteca a 50 años es
una solución o es una forma de control social y de apretarnos el yugo.
Explicación breve de la situación
La situación del solar se encuentra en
una zona de Córdoba donde se está llevando a cabo una serie de proyectos de
calidad, como las construcciones de N y Sobejano o el centro de Rem koolhaas.
Este es un esquema inicial de lo que
queríamos que fuese el funcionamiento del edificio. Un camino continuo en el
que se fuesen mostrando vistas de la ciudad así como se fuesen sucediendo el
programa. Un aspecto fundamental es la relación del edificio con la ciudad. En
este caso particular, Córdoba se trata de una urbe con mucha historia, siendo
especialmente llamativo el trazado de la Judería, en que se suceden callejones
estrechos, adarves, pequeñas plazas irregulares… Esas eran pistas que nos
gustaba considerar en el proyecto
En las bases del concurso se hablaba
de la tipología manzana cerrada. Para nosotros era un punto clave que ocurriese
todo lo contrario, que la manzana se abriese, dando lugar en el desarrollo de
las sucesivas plantas, a un edificio plurifuncional en la que se mezclasen los
distintos usos y actividades.
Habíamos estado trabajando sobre
centros sociales de segunda generación, nuevas casas okupas. Así que apareció
pronto el término autogestión, que sería maquillado para la promotora en
gestión social.
Autogestión en la vivienda colectiva
hace referencia a la capacidad del conjunto de usuarios para interactuar de
manera que el edificio funcione como un organismo dinámico, capaz de producir y
de reducir gastos de cualquier tipo (electricidad, consumo…)
Nos consideramos convencidos del buen
funcionamiento de las comunidades autogestionadas en donde las
imposiciones-prohibiciones se suprimen por el diálogo y el consenso, por
democracia. Me pregunto si hay democracia en el uso de una comunidad de vecinos
o literalmente el arquitecto constriñe y determina según qué cosas puedan hacerse. Ahí es dónde aparece una de las claves de
este proyecto, la opera perta. La obra abierta, inconclusa, donde se dote de
libertad para vida que allí se va a desarrollar a los vecinos.
Del concepto de ópera aperta nace la
estructura. Esta imagen muestra el esqueleto del edificio.. Nuestra propuesta se basaba en una
continuidad entre el patio y la cubierta, una espiral que permitía asomarse
desde el culmen del edificio sin haber subido un solo escalón, en un intento de
sintetizar el concepto de calle en la circulación interna del edificio. Por
tanto, el patio y la cubierta adoptan un rol especialmente importante. De esta
forma, la cubierta pasa a ser una especie de parque público en donde se
incorporan huertos y paneles solares.
Basándonos en dibujos de Yona Friedman
y haciendo un guiño a la unidad de habitación de Le corbusier planteamos este
esquema. La estructura no era más que una gran estantería dónde se apilaban
pequeñas cajas, las viviendas.
Partimos de un módulo básico de
vivienda como éste. Con unas medidas de 5,95x4,85 en dónde tenemos una estancia
principal que haría las funciones de salón-comedor-estudio y un módulo húmedo
que tenía un pequeño baño, una cocina y una terraza.
En una vivienda de tan reducidas
dimensiones tomaba importancia el estudio del mobiliario. Hacer lo más flexible
posible el espacio. Aquí vemos como a partir de una cama, una mesa y una
estantería se daba lugar a muchas formas de organización del espacio.
El artista italiano
Bruno Munari ejemplificó esta actitud hace unos cuantos años al agotar las
posibilidades de uso de una butaca incómoda buscando la posición en la que
dejase de serlo. Las viviendas, o su mobiliario, buscaban ser algo como lo que
realizaba Bruno ya que lo que podía ser cómodo para unos podía ser innecesario
para otros.
Esto mismo ocurría a una
escala un poco mayor. En una misma planta siempre van a darse necesidades
distintas. Por ello las viviendas podían crecer o disminuir en tamaño según los
cambios que se produjesen
Asi de la vivienda tipo
que hemos visto con anterioridad nacían mediante la adición de módulos otros
tipos de vivienda.
En cuanto al
funcionamiento general del edificio, intentamos realizar un proyecto
horizontal. En un contexto donde los usuarios no poseen una gran cantidad de
recursos, se abogaba por la reducción de costes, por un modo de vida plural y
por que cada usuario aportase a la colectividad, con trueques dinero-tiempo, prestando servicios orientados a sus
habilidades, así como el establecimiento de un cierto control en torno al gasto
energético.
se introduce asimismo el concepto de
cogestión, apostando por la presencia de un encargado de la gestión de los
tiempos de servicios prestados, siendo seleccionado por una junta gestora representada
por distintos sectores del edificio (estos se pueden establecer en función de
usos, niveles del edificio…). El gestor permanecería en el centro de gestión,
dispuesto en el acceso principal a modo de recepción o punto de información, en
torno al cual se dispondrían elementos fundamentales como los buzones,
taquillas…
Es, por tanto, el corazón del
edificio, desde el cual se emite a un panel de grandes dimensiones dispuesto en
la cara oeste todo tipo de informaciones relacionadas con el rendimiento del
edificio (gasto, producción, excedencias…), con actividades culturales
(performances, proyecciones, mapping…), o con el C4, el centro cultural de
Nieto y Sobejano en donde estudiarían la mayor parte de los usuarios (avisos,
horarios, eventos…), además de encontrarse conectado con las viviendas (red
wi-fi, avisos vía sms…).
Es importante entender la autogestión
no como una lista de requisitos a cumplir, si no como una motivación y un
compromiso con el medio ambiente, el consumo energético, y fomentando de paso
la interrelación entre los distintos miembros de la comunidad. Los servicios
pueden ser de muy distinto tipo, destinados principalmente al mantenimiento del
edificio (cuidado del patio o la cubierta, montaje de escenarios, organización
de eventos culturales…), aunque también
puede concebirse la ayuda a otros vecinos (clases particulares, tutorizaciones,
cuidado de niños…), así como todos los servicios referentes a la gestión
interna del edificio-organismo (curso previo, visitas concertadas con posibles
nuevos usuarios…).
Por el contrario, en el patio se
incorpora un panel activo que esconde tras de sí los ascensores y las cajas de
escalera, así como los espacios de lavado público, que se retroalimenta
favoreciendo la incorporación de datos relacionados con el funcionamiento del
edificio, e incorporando un factor fundamental para adaptar los habitares a la
evolución tecnológica de los últimos tiempos.
Soportes
digitales como espacio colectivo virtual.
La progresiva irrupción de la
virtualidad en las últimas dos décadas, sobre todo a partir de la aparición de
nuevos dispositivos digitales y nuevos medios de comunicación y transvase de
informaciones, ha sido uno de los factores más determinantes para los cambios
socioculturales de los últimos tiempos.
La arquitectura ha de atender a las
necesidades vitales de sus usuarios, pero también debe ser lo suficientemente
flexible como para adaptarse a las deformaciones que afectan a la sociedad, de
ahí que resulte interesante incorporar estos nuevos recursos y
disponibilidades, y más aún en sistemas de habitar colectivos, de manera que se
genere una nueva vía para facilitar la relación social y el intercambio.
Incluso los medios digitales pueden configurar y
alterar los estados del edificio, de forma que se aprovechen sus utilidades
para informar acerca del rendimiento del mismo, llamar la atención sobre
aquellos aspectos que no estén funcionando eficientemente, así como participar
de los eventos desarrollados para el total de la colectividad (mapping,
actividades interactivas…). Esta posible aportación, que ha pasado
desapercibida en el campo arquitectónico, abre nuevas posibilidades de
dinamización e integración.
-
Relación directa soporte digital-arquitectura: La
disponibilidad de tecnologías como el NFC (Near Field Communication), un
sistema infrarrojo de corto alcance, permitiría la interacción del usuario con
los electrodomésticos y elementos de la vivienda (apertura-cierre de puertas,
ventanas, iluminación…). En esta misma línea, el manejo de estos sistemas vía
táctil resulta de interés.
-
Patio virtual. Campo de relaciones sociales: La
transmisión de informaciones que permiten la mayoría de dispositivos
tecnológicos facilita la aparición de nuevas formas de comunicación entre los
distintos usuarios del edificio. A día de hoy se extienden en los núcleos
urbanos zonas wi-fi, que acaban siendo focos de atracción social, pues la población
aprovecha estos “oasis digitales” para conectarse a internet, enviar e-mails…,
sin necesidad de hacerlo desde su casa. Facilitar en la vivienda colectiva este
tipo de utilidades contribuye a intensificar las relaciones entre los vecinos,
el intercambio de datos, la generación de avisos y un largo etcétera. Por
tanto, ya no sólo hablamos de beneficios sociales, sino también de seguridad.
Las redes sociales (twitter, tuenti, facebook) y los
dispositivos vinculados a este tipo de usos (android, blackberry, ipod), se
extienden ya no sólo a generaciones jóvenes, y están tomando un papel
importante en la actividad laboral, utilizándose para el desarrollo de
empresas, convocatoria de eventos…
En los últimos años también se están desarrollando
medios de envío y plataformas para archivos compartidos, como bluetooth o
dropbox, de manera que las asociaciones que se puedan producir entre los
distintos miembros del edificio facilite la presencia de informaciones a
disposición de todos.
Además de todas estas posibilidades, que
pueden ser fácilmente adaptables a las nuevas arquitecturas sin llevar consigo
grandes costes, los soportes digitales favorecen la aparición de eventos que
incorporen el arte y la cultura a los habitares colectivos, además de los ya
mencionados beneficios en cuanto a seguridad y relación social.
Para ello, es fundamental tener como
referencia prácticas de este tipo llevadas a cabo en el arte contemporáneo,
muchas de las cuales han sido desarrolladas en zonas emblemáticas de las
grandes ciudades. Una de las más atrayentes es la architectural projection
mapping: proyecciones audiovisuales desarrolladas tomando a los edificios
como soporte, en las cuales se desarrollan incluso acciones interactivas, de
manera que los propios espectadores pueden alterar la imagen o el sonido, lo
que sin duda puede ser un aliciente.
También adquiere un cariz importante la iluminación. Disponer de pantallas LED es algo que se ha venido haciendo en los últimos años en edificios emblemáticos, para conferir un factor adicional a la arquitectura icónica (Postdamer Platz, museo de Graz…). Sin embargo, artistas contemporáneos han planteado, tal como sucede en el mapping, la posibilidad de que los usuarios modifiquen los juegos lumínicos, generando nuevos paisajes nocturnos cargados de dinamismo.
Flexibilidad permanente
Como expansión del espacio colectivo en el
habitar, una buena muestra de dispositivos capacitados para tamizar los
gradientes entre lo privado y lo público, lo individual y lo colectivo son los
hábitats satélite, entidades habitacionales secundarias dependientes de otras
completamente equipadas, a medio camino entre los roulottes y los pabellones
anexados.
De uso más extendido en Australia, los popularmente
denominados granny flats se conciben como espacios extensibles
que puedan ser ocupados en un determinado momento por algún miembro de la
familia o invitado que residiera durante un cierto tiempo en la vivienda, pero
que también pudiera ser empleado a modo de estar en ausencia de ocupantes. En
definitiva, se trata de un espacio-parásito, que se implanta en la vivienda
principal, o en el jardín de la parcela, desempeñando funciones auxiliares, y
que ha adquirido protagonismo en la arquitectura contemporánea británica y
centroeuropea, particularizada en operaciones de expansión de viviendas
practicadas por Bevk Perovic o James Lowe.
El término francés kangourou,
que se utiliza para definir este tipo de espacios anexos, adquiere un carácter
metafórico más expresivo, como si hiciera referencia a un dispositivo guardado
en una bolsa, extraíble en el momento en que sea preciso.
Los hábitat satélite nos hablan, evidentemente, de
espacios dependientes de otros que aglutinan más funciones, pero también de
elementos que aterrizan en el momento más inesperado y se van sin hacer ruido.
Por tanto, se trata de un concepto fácilmente
susceptible de vincularse a los espacios colectivos, pues están íntimamente
relacionados con la noción de flexibilidad. Para ello, es vital proyectar
espacios colectivos flexibles permanentemente, es decir, respondiendo a la
posibilidad de modificación del entorno en el tiempo, que puede sintetizarse
en:
Movilidad: implica una rápida modificación del espacio
en función de las horas y las actividades de la jornada.
Evolución: supone la adaptación a largo plazo a las
posibles transformaciones de la familia.
Elasticidad: posible alteración de la superficie
habitable, adjuntando una o más estancias.
En definitiva, tratar el espacio de circulación no
sólo como soporte para las secuencias de acceso y salida de los individuos de
las viviendas, sino como espacio susceptible de asumir funciones diversas y
variables, a modo de los planteamientos de Virilio y Parent expuestos en la
función oblicua. Un recurso
útil es generar espacios sirvientes o de apropiación, es decir, zonas liberadas
no sólo de particiones, sino también de servicios y equipamientos, facilitando
la implantación en un momento dado de hábitats satélite.
El elemento satélite, adaptado a las necesidades
colectivas, podría ser concebido a modo de mueble contenedor o mueble robot,
incluyendo una serie de equipamientos, que en un momento dado pueden
convertirse en los inmuebles anteriormente mencionados. Incluso es posible concebir este
tipo de elementos como mobiliario habitable, de forma que al desplegarse y
expandirse adquiera las dimensiones y funciones mínimas para garantizar el
desarrollo de habitares a partir de él. Resulta interesante vincular, por
tanto, este tipo de dispositivos a espacios de apropiación que admitan este
tipo de variaciones.
Cabe decir, sin embargo, que este elemento
focal, capaz de convertir un espacio común en un recinto habitable, o
condicionante del entorno, no debe entenderse estrictamente como un dispositivo rígido desplegable,
pues también elementos ligeros deformables o inflables, a modo de tiendas de
campaña o burbujas pueden desempeñar funciones similares, apropiándose de
espacios sirvientes para generar nuevas atmósferas.
Cuando no se ha proyectado previamente con la
suficiente flexibilidad como para admitir la implantación de elementos
expansivos, adquieren protagonismo operaciones de adición de superficie
habitable, constituyendo elementos parasitarios que se conectan a las viviendas
o espacios colectivos fuera del perímetro edificado, permitiendo de esta manera
nuevas conexiones y usos insospechados. Estos elementos que sobresalen de la
caja construida pueden ser diseñados previamente para conformarse desde el
interior, o bien disponerse como una estructura ligera exterior conectada con
algún punto del edificio; en ambos casos los huecos de fachada se convierten en
umbrales conectores entre el elemento comensal y el huésped.
No hay comentarios:
Publicar un comentario